- 16 jun 2019
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Javier Castro Bugarín (corresponsal en Pekín). Con cerca de 60 hectáreas de estudios, galerías y comercios de todo género y condición, el distrito artístico 798 se ha consagrado como uno de los mayores centros culturales de China. Otrora complejo industrial maoísta, este enclave de vanguardia recibe alrededor de tres millones de visitantes cada año y ha sido merecedor de múltiples galardones, entre ellos el premio Pierre L’Enfant de 2018.

Su éxito no es mera casualidad, sino que es fruto del esfuerzo conjunto de un grupo de artistas, primero, y de organizaciones del extranjero, después, que se esforzaron en sacarlo a flote a finales de los años 90 y principios de los 2000. En ese sentido, uno de los mayores artífices del actual 798 es Sasaki, una firma de diseño afincada en Boston que ideó la renovación de este distrito entre 2005 y 2006.
Para llevar a cabo el plan, consistente en rehabilitar las fábricas y sus alrededores, la compañía obtuvo financiación tanto del grupo SevenStar, el consorcio chino propietario del terreno, como de Guy Ullens, un filántropo belga. A raíz de ese impulso, numerosas galerías chinas y extranjeras, entre ellas la propia Ullens, fueron estableciéndose e invirtiendo capital en el desarrollo del distrito, que hoy luce como uno de los referentes artísticos del gigante asiático.
Entre esas galerías se encuentra la danesa Faurschou, que llegó en 2007 al 798 y que hoy es una fundación sin ánimo de lucro. “El día que visitamos el 798 estaba lloviendo. Vi este espacio, que no estaba siquiera desarrollado, y me enamoré inmediatamente de él”, cuenta Jens Faurschou, fundador de esta galería.
El 798 diez años después
Una década después de dicha remodelación, los datos muestran que el 798 se ha transformado en un lugar más de exhibición que de creación artística. Así, si en 2007 el número de estudios artísticos era de 59, su máximo histórico, diez años después su número se ha reducido a 19, una cifra que contrasta con el aumento en el mismo período de las galerías de arte: de 103 a 172.
Esto se debe al aumento de los precios de los alquileres, un fenómeno común en toda China y especialmente en Pekín. En el caso del 798, el alquiler ha pasado de menos de 1 yuan por metro cuadrado y por día en 2002 a más de 8 yuanes en la actualidad, cifras prohibitivas para la mayoría de los artistas chinos, incapaces de establecerse en espacios que rondan los 500 metros cuadrados.
Desde Faurschou admiten que “son tiempos difíciles para el arte en China”. “Por ahora, es imposible saber si más galerías extranjeras abrirán sus espacios en el 798, pero seguiremos intentando traer las mejores muestras de arte al público“, concluyen.